Suena el Manguaré, que es la señal para convocar a los miembros de la comunidad Huatoto de Pucaurquillo, en la Amazonía peruana de Loreto. Hoy es un día especial, pues los visita Teobaldo Vásquez, de la etnia Bora de la comunidad de Brillo Nuevo, ambas, parte de las 14 que conforman la Federación de Comunidades Nativas del Río Ampiyacu, que están logrando desterrar la tala ilegal de sus bosques.
Teobaldo no llega solo; trae consigo una valiosa herramienta: la “mochila forestal”, con la que han aprendido a “cubicar”, es decir, a calcular los volúmenes de madera de los árboles y, también, a mejorar su conocimiento sobre legislación y manejo forestal, lo que hoy les posibilita desarrollar sus actividades en el bosque, de manera legal.
Antiguamente, no cubicábamos el árbol, venía el maderero y decía “quiero una Cumala (Virola sp), un cedro (Cedrela odorata) y nos daban S/20, S/50 soles, (entre 4 y 13 dólares, aproximadamente), sin pensar cuánto valor real tenía ese tronco; les regalábamos quebradas enteras y nuestras comunidades quedaban perjudicadas, porque no solo no ganábamos nada, sino que podía ser ilegal, porque se talaba indiscriminadamente sin los permisos ni planes para el manejo”.
Aprender a medir ayuda al bosque
La mochila forestal fue la respuesta del Osinfor -la autoridad nacional que supervisa el buen uso de los recursos del bosque- para trabajar con los pueblos indígenas en la prevención de la tala ilegal, de manera oral, en su lengua, con imágenes grandes y en un soporte que sea transportable e itinerante. Desde 2015, USAID y el U.S. Forest Service acompañaron al Osinfor perfeccionando esta herramienta, hasta consolidarla y convertirla en su estrategia para capacitar comunidades.
La participación de Teobaldo, es un peldaño más en la historia de la mochila. Él es parte del primer grupo de seis capacitadores indígenas, un proyecto impulsado por USAID y el U.S. Forest Service a mediados de 2019 para acompañar al Osinfor en la transferencia de esta valiosa metodología de capacitación a líderes comunitarios, a la autoridad forestal de la región Loreto, y a otras instituciones públicas que trabajen con poblaciones indígenas.
Me siento muy contento de poder enseñarle a mis hermanos comuneros. La gente se alegra cuando yo llego, jóvenes y adultos, hombres y mujeres, todos quieren aprender…He capacitado un aproximado de 150 personas de distintas comunidades que ahora ya saben calcular su madera, pedir sus permisos, hacer el censo de sus árboles y sacar solo aquellos autorizados en su plan”.
La pandemia interrumpió este proceso, en el que los primeros seis líderes indígenas capacitaron alrededor de 600 comuneros de 25 comunidades de Loreto, acompañados de su autoridad forestal en la región, quienes también aprendieron a usar la herramienta.
Este 2021, el proceso se retomó y ya existen 53 líderes indígenas distribuidos en toda la Amazonía que capacitan a sus hermanos de diversas comunidades de Loreto y otras dos regiones del Perú.
Ahí donde capacitamos, ya están midiendo su madera como nosotros, pero se necesita regresar cada cierto tiempo para refrescar esos conocimientos”, según señala Teobaldo.
Una mochila digital
Cuando en marzo de 2020 se inició la cuarentena en Perú, la paralización del proyecto de transferencia de la mochila a líderes indígenas, se transformó en una oportunidad para acelerar este proceso con otros actores clave: el personal de otras instituciones del Estado que trabajan en temas de bosques con poblaciones indígenas.
USAID y el U.S Forest Service, acompañaron al Osinfor en la creación de la “mochila virtual” y en la metodología para capacitar a servidores públicos en la virtualidad, para que estén listos para colocarse la mochila en el hombro, una vez vueltos al trabajo de campo. Esta nueva herramienta innovadora, y el trabajo entre diversos profesionales de distintas instituciones, generó un espacio muy rico que aceleró la creación de nuevos temas para engrosar la vieja mochila. Prevención de incendios forestales, libro de operaciones para títulos habilitantes (con la que ayudan a identificar el origen legal de la madera) fueron algunos de los nuevos temas apoyados por USAID y U.S Forest Service.
Sembrando el futuro
Con el avance de la vacunación en Perú, Teobaldo ha regresado a Pucaurquillo, esta vez, coincidiendo con Sixto Luna, responsable de la nueva unidad de manejo forestal comunitario de la autoridad forestal de Loreto. Sixto, se une a la sesión práctica con la que Teobaldo se asegura que todos han aprendido la lección y aprovecha para visitar una de las parcelas de bosque que la comunidad tiene permiso para usar con fines comerciales.
Allí, constata contento el buen trabajo comunitario en los semilleros, donde Karina les muestra la parcela que reservan para las semillas de los mejores árboles, con la que aseguran la renovación del bosque.
Ha sido una larga jornada para Teobaldo y su corazón está contento de saber la importancia de su labor. “Yo quiero que todas las comunidades estén en luz verde (en alusión al semáforo que tiene el Osinfor para señalar aquellas comunidades que manejan sus bosques en la legalidad). Voy a legarle a mis hijos mi mochila forestal, para que ninguno de mis hermanos en el futuro vuelva a caer en el error, por desconocimiento”.
El bosque es nuestro mercado, nuestro hospital, nuestro banco; a través del bosque sustentamos nuestros hogares y obtenemos lo que necesitamos. En tiempo de invierno, de creciente del río, vivimos casi exclusivamente de la madera. Por eso la mochila forestal ha sido muy beneficiosa para nosotros. Ya no somos explotados ni depredamos, ahora ya sabemos cómo hacer un trato con las personas que nos compran la madera a un precio justo y tenemos autorización para una tala responsable y que permite que el bosque se renueve. Aquí ya no hay tala ilegal”.
Isideo Ruiz. Apu (líder) de la comunidad Huatoto de Pucaurquillo.
USAID y su socio, el U.S. Forest Service trabajan juntos en Perú para fortalecer el trabajo de las autoridades forestales nacionales y regionales en la gestión y conservación de sus bosques.
En ese marco, promovieron y acompañaron el proceso del Osinfor para transferir la herramienta mochila forestal fuera de su institución. La primera experiencia piloto se llevó a cabo en 2019 en Loreto, como parte de una estrategia para mejorar las condiciones del manejo forestal comunitario. (MFC) en la región, pues allí se encuentran 267 comunidades indígenas multadas por infracciones a la legislación forestal, en parte por, desconocimiento de la ley y sobre cómo calcular el volumen de madera para no necesitar talar excesivamente ni ser engañados por foráneos en la comercialización, y también por escaso acompañamiento de la autoridad forestal.
Por ello, durante entre 2018 y 2019, USAID y el U.S. Forest Service promovieron la existencia de la Unidad Funcional de Manejo Forestal Comunitario en la nueva estructura organizacional y de gestión por procesos de la autoridad forestal de Loreto, GERFOR, (lo que luego se replicó en otras regiones). Luego de un proceso de capacitación en manejo forestal con enfoque indígena, dirigido al nuevo personal a cargo de estas unidades, se les capacitó en el uso de la Mochila Forestal, con las temáticas de cubicación de madera y manejo forestal comunitario. Con la participación en campo de la ONG Instituto del Bien Común, los seis líderes indígenas capacitados por el Osinfor pudieron, a su vez, capacitar a sus pares en toda la región. A su vez, este proceso también fue continuado por la autoridad forestal regional que, a la fecha, ha capacitado a 2,500 comuneros de 145 comunidades indígenas con esta metodología.
La experiencia fue tan exitosa que hoy Osinfor cuenta con ocho nuevos temas para capacitar a las poblaciones indígenas con la herramienta mochila forestal, dentro de las cuales destaca “Negocios Forestales”, un paquete de contenidos que viene siendo elaborado por diversas instituciones peruanas y de cooperación internacional.
Para cerrar el círculo, USAID y el U.S. Forest Service acompañaron al Osinfor y a la GERFOR Loreto en la mejora del mecanismo para que 39 de las 267 comunidades
nativas puedan compensar sus multas con planes de conservación del bosque. La meta es que, a futuro, ya no existan comunidades que infrinjan la ley por desconocimiento y puedan vivir bien con los recursos y servicios que les provee el bosque.